martes, 24 de octubre de 2017

Alejandro III de Macedonia aka "Alejandro Magno"

Con este post inicio una serie de entradas dedicadas a los protagonistas de la historia en la época en la que está ambientada "Diadokea".

Aunque no es un elemento directo del juego la presencia de Alejandro el Grande proyecta una enorme sombra bajo la cual se desarolla "Diadokea".

El juego está ambientado algunos años después de la muerte de Alejandro, en torno al 310 A.C. En este momento Alejandro ya llevaba muerto 13 años (desde Junio de 323 A.C.) y para entonces, ya se habían producido bastantes bajas entre sus generales (como Perdicas o Eumenes) y, poco a poco, las facciones habían ganado masa crítica y entidad hasta llegar a las cuatro que se reflejan en el juego (Antígono, Seluco, Ptoloméo y Lisímaco).

Pero esta entrada está dedicada a Alejandro.

A quién quiera una información más académica o completa sobre el macedonio le recomiendo la correspondiente entrada de la Wikipedia, especialmente la inglesa. A quién decida bucear por si mismo en busca del nuevo Dionisos le recomiendo la maravillosa trilogía de Mary Renault compuesta por los títulos "Fuego del paraíso", "El muchacho persa" y "Juegos funerarios" y tres fuentes clásicas "Historia de Alejandro Magno" de Quinto Curcio Rufo, "Anábasis de Alejandro Magno" de Arriano y "Vidas paralelas: Alejandro y César" de Plutarco.

Y ahora, entremos en materia.


Alejandro es el héroe ideal: A su muerte, cuanto tenía tan sólo 33 años, había conquistado un imperio que iba desde Grecia y Macedonia en su extremo occidental hasta el mismísimo río Indo en su frontera oriental. Es un segundo Aquiles, la encarnación del brilla intensamente y muere joven. En una primera etapa Alejandro encarna todas las virtudes del buen rey, del buen soldado y del buen amigo. Curiosamente cuanto más va adoptando las costumbres orientales más se acentuan sus defectos en la literatura que nos llega: jueguista, borracho, pendenciero, ... hasta llegar a una muerte en la flor de la vida justo castigo divino por un hubris desmedido.

Hasta aquí no he dicho nada nuevo, mucho y mejor puede encontrarse al respecto en reseñas, artículos, revistas, estudios, etc.

Lo que yo, humildemente, puedo aportar al brillo del gran macedonio no es más que mi experiencia personal con él.

Creo que con 4 ó 5 años ya conocía el episodio del nudo gordiano y recuerdo con claridad, apenas había aprendido a leer, que pasaba las hojas del "Libro gordo de Petete" buscando más reseñas a pie de página sobre Alejandro.

Recién sacado mi carnet de biblioteca el primer libro que me llevé fue una biografía de Alejandro Magno (y otra de Napoleón!).

Me fascinaba ese casi adolescente que llevando en volandas a sus ejércitos conquistó medio mundo.

Recuerdo que hasta con los playmobil simulaba batallas entre griegos y persas y siempre que jugabamos y había caballos de por medio se llamaban "Bucéfalo" (en dura pugna con "Babieca" y "Rocinante").

Hasta ahora, seguramente, serán millones los jóvenes para los que Alejandro ha sido un referente y en eso tampoco hay nada nuevo en mi experiencia, tan sólo que es la mía.

Algo más crecidito empiezo con las aproximaciones más serias y empiezo por "Vidas paralelas: Alejandro y César" de Plutarco. Es en este momento cuando empiezo a ser consciente del lado oscuro, de las sombras del carácter de mi héroe. También en esta época descubro nuevas infuencias que me alejan del tema por un tiempo.

Concretamente hasta que cae en mis manos "El muchacho persa". Este libro supuso una verdadera catarsis y mi retorno con energías renovadas al encuentro de mi ídolo. A partir de este momento devoro todo lo que cae en mis manos que tenga la más mínima relación con Alejandro. Y es cuando descubro que después de Alejandro hay vida, que existen Ptolomeo y Seleuco y Antígono y Demetrio y Casandro y Lisímaco y Pirro y Antíoco y Perseo y que todos ellos, al igual que yo, corrían desesperadamente detrás del fantasma del más grande de aquel que verdaderamente merece el título de Magno.

... y descubrir que tenemos eso en común me hace sonreir!

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